Habla Paja

02 enero 2006

Hogar, dulce hogar.

hogar

En éstos días, leí en La Vanguardia, un artículo excelente que tratataba sobre la manera en que acondicionan los centros comerciales grandes, como por ejemplo, el Sambil en Caracas, o aquí en Barcelona, el Gran Vía II.

Explicaba su autor, que tienen termostato, esto claro, te hace sentir cómodo, tienen feria de comida, tiendas de ropa, calzado, cine, hobbies, etc; en fin, puedes vivir en el centro comercial, que allí no te va a faltar nada.

Lo que se hace, es proporcionar a las personas un ambiente cálido, que en cierta manera les recuerde su hogar, así, pasarán más tiempo en él (todos estamos o buscamos estar cómodos en nuestra casa), así, aumenta la posibilidad de que gastemos más.

Y bueno, al leer esto, no pude evitar preguntarme: ¿Cuál es mi hogar?, ¿a dónde pertenezco?, ¿a dónde pertenece cada uno de nosotros?.

Crecí en Caracas, pasé 18 años de mis 26 allí, en casa de mi madre; ¿es ésa mi casa?, ella venderá su apartamento en un par de años (cuando vivimos con nuestros padres, siempre decimos mi casa; cuando en verdad, es de tus padres). Entonces, ¿soy un sin hogar?.

Ahora que vivo en Barcelona, y que comprar apartamento es algo realmente complicado, puedo decir que, no tengo hogar. Cuando compras un carro, compras libertad, cuando compras una casa, compras un hogar.

Porque a pesar de que vivo en un buen sitio, y mi apartamento está muy bien, no es mío, yo ni siquiera podría pagarlo en menos de 40 años.

Supongo que es algo que sentimos todos los que emigramos, será lo mismo que sintieron mis padres al ir a Venezuela; no lo sé, no es, ni de casualidad lo mismo, ser inmigrante aquí que en Venezuela, allá, hasta hace poco, cuando había inmigración, no existía religión ni color de piel.

Aquí en las grandes ciudades españolas, esta situación es una constante, muchos nos quedamos sin hogar, por los exagerados precios de las viviendas; ya se está hablando de hipotecas heredables, para que tus hijos la terminen de pagar.

He averiguado, en otros países, mejores que este, esto no ocurre; me deja mucho que pensar, creo que si hablase otro idioma, a lo mejor lo consideraría de una manera más seria.

Pero mientras tanto, me siento afortunado de no considerar un centro comercial mi hogar, así como muchos otros hacen lo propio con un puente, un rincón, o cualquier cajero bancario.

Gracias.