Habla Paja

20 enero 2006

El lado oscuro

darth


Soy informático, los conozco, todos somos igualitos, tenemos nuestros momentos de debilidad; pero a veces somos fuertes, sobre todo, cuando nos movemos en grupo, siempre de la misma manera, todos estamos fabricados con el mismo patrón.

Usamos un lenguaje especial, lo habrán escuchado más de una vez; es muy variado, pero hay, unas frases que consideramos malditas, algunas de ellas son:

  • Es que esta cosa está muy lenta.
  • Es que el sistema se me ha quedado guindado.
  • Es que hay que defragmentarlo.
  • Es que me ha caído un virus.
  • Etc, etc, etc...

Vivimos en el lado oscuro, estamos atrapados; todos tenemos una mísera idea, vemos una diminuta posibilidad; siempre percibimos, que cada vez que pronunciamos una frase maldita, podremos escaparnos y ser libres.

Cuenta la leyenda, que hay algunos que lo han logrado, han escapado; no conozco a ninguno que lo haya hecho. Lo he vivido en carne propia, he mencionado tantas veces las frases malditas, que he tratado de huír en muchas ocasiones, todas infructuosas, la última, desastrosa.

Somos débiles. Tras pronunciar repetidamente dichas frases, incurrimos en el error, o lo que es igual, damos el primer paso hacia la supuesta liberación: Instalamos Linux.

Eso es lo que nuestro instinto de supervivencia nos hace ver, sin embargo; el lado oscuro se encarga de que esto no sea así.

Sí, el lado oscuro nos tiene atrapados en sus Ventanas, migrar a Linux es algo, que sólo los que ya estamos obstinados hacemos; para que, una vez pasado un tiempo, el lado oscuro siembre en nuestras cabezas otras frases malditas. Algunas de ellas son:

  • Pero, este juego no sirve aquí.
  • No puedo abrir bien el archivo de Word.
  • La conexión inalámbrica no sirve.
  • Es que no existe driver para mi scanner.
  • Etc, etc, etc...

Lamentablemente, la tentación es muy fuerte, más pronto que tarde, el lado oscuro nos atrapa de nuevo, hay quienes, en un estado letárgico; están en dos mundos: una parte en el lado oscuro y la otra, la otra se mantiene libre.

Créeme, no podemos cambiar el destino.